La nueva plaga digital: los FakeEXPERTS
Estamos en ese punto del ciclo tecnológico donde los FakeEXPERTS —más numerosos hoy que las estrellas en el universo observable— se multiplican al ritmo de las olas en una tormenta digital. Lo vimos con el blockchain, con la promesa del metaverso, con el espejismo de la Web3, y ahora, como no podía ser de otra manera, le ha tocado a la inteligencia artificial. Esta vez, el juguete de moda es OpenAI Codex, un modelo que traduce lenguaje natural en código. Y con él, las profecías catastróficas vuelven a poblar las redes: «RIP software devs». Supuestos gurús recién nacidos nos venden el apocalipsis programador.
Pero, como siempre, la verdad está lejos del pánico. El fin del desarrollo de software no ha llegado. Al contrario, estamos apenas cruzando la puerta hacia una nueva era del desarrollo computacional, más colaborativa, más híbrida y, sobre todo, más exigente con la inteligencia humana.
Autonomía sí, pero bajo control: lo humano sigue siendo el centro
Es cierto que Codex ha dado un salto importante: genera funciones completas, refactoriza código, detecta errores, sugiere alternativas. Pero estas capacidades aún viven en un ecosistema altamente supervisado. No operan en el vacío. Cada línea que propone, cada acción que sugiere, requiere validación humana, juicio técnico y sentido común. Incluso los agentes más potentes construidos sobre modelos como GPT-4 necesitan de nuestra inteligencia para no convertirse en simples generadores de errores a gran escala.
El peligro no está en que la IA reemplace a los desarrolladores. Está en creer que ya no los necesitamos. Confundir automatización con autonomía es una de las trampas más peligrosas del pensamiento superficial. Y ahí es donde los FakeEXPERTS hacen su agosto: donde hay confusión, ellos venden humo.
Diseño agentivo: el salto real no está en lo que genera, sino en cómo actúa
Lo interesante no es que Codex escriba código. Lo interesante es que actúa sobre él. La verdadera revolución no es generativa, sino agentiva. Modelos como GitHub Copilot, Codex y otros están comenzando a tomar decisiones sobre el flujo de trabajo, a intervenir en tiempo real, a ejecutar cambios autónomos. Pero cuidado: decidir no es lo mismo que acertar. Y en sistemas críticos, ese matiz puede ser la diferencia entre innovación y desastre.
Por eso, el rol del programador no desaparece, muta. Hoy más que nunca necesitamos desarrolladores con visión sistémica, capaces de pensar arquitectura, estrategia, impacto ético y consecuencias a largo plazo. Es el paso del programador-ejecutor al desarrollador-arquitecto.
LA IA NO VIENE A REEMPLAZARTE, VIENE A EXIGIRTE MÁS
La democratización no sustituye el conocimiento: exige criterio
Sí, Codex permite que perfiles no técnicos escriban software funcional usando lenguaje natural. Y sí, eso es una puerta abierta a la democratización. Pero abrir una puerta no es cruzarla. Y mucho menos construir lo que hay al otro lado.
Detrás de cada instrucción en lenguaje natural sigue habiendo una lógica computacional, una estructura de datos, un sistema de seguridad informática y una red de decisiones técnicas que no desaparecen con el simple hecho de «pedírselo a la IA». Esto no es magia, es evolución tecnológica. Y como toda evolución, exige más criterio, más preparación, más oficio.
Del hype al oficio: la productividad no es automática
Nos quieren vender que usar IA equivale a una productividad 10x. Pero eso es solo cierto en presentaciones de PowerPoint, no en proyectos reales. En la práctica, el rendimiento de Codex depende de factores como la claridad del problema, la madurez del entorno de desarrollo, la calidad del dataset y, sobre todo, de la experiencia del humano que lo utiliza.
Codex no es infalible. Es una herramienta. Y como todas, brilla cuando está en manos de quien sabe lo que hace. Repetimos: la IA no viene a eliminar profesiones, viene a exigir mayor profesionalidad.
Seis claves para no caer en el humo digital
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Desconfía del alarmismo: Si alguien grita que «todo se acaba» cada vez que aparece una nueva tecnología, probablemente no entiende ni el presente ni el futuro.
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Valida el conocimiento: No todo el que habla de IA sabe de IA. Pregunta, contrasta, busca fuentes reales.
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Piensa en marcos, no solo en tareas: El futuro del desarrollo está en diseñar los contextos donde la IA actúa, no en delegar ciegamente tareas.
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Exige criterio técnico: Sin comprensión profunda, sin visión estructural, las herramientas potentes se convierten en generadores de caos.
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El hype pasa, el oficio queda: Como siempre, lo que permanece es el conocimiento, la ética y la capacidad de adaptarse sin perder el criterio.
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No compres humo, construye futuro: La IA no sustituye el pensamiento, lo potencia. Pero solo si hay pensamiento detrás.
Porque el futuro no lo deciden los que gritan más fuerte, sino los que piensan más lejos. Este es el momento de abandonar la narrativa de la sustitución y abrazar la de la transformación. El futuro del desarrollo no es post-humano. Es más humano que nunca, pero con mejores herramientas.
Y si quieres una visión honesta, crítica y con propósito sobre estos temas, SuperHumanos tu libro líquido. Porque entender la tecnología no es temerla, es transformarla desde la conciencia.
La IA no necesita mesías, necesita criterio
En SuperHumanos planteo una verdad incómoda: la tecnología no necesita profetas, necesita diseñadores conscientes, arquitectos de futuro, humanos con criterio. Lo que estamos viendo con estos FakeExperts es un fenómeno clásico de nuestra era digital: la multiplicación de opiniones sin experiencia, ruido con forma de autoridad, y algoritmos premiando la simplificación. Y esto, lejos de acercarnos al conocimiento, nos empuja hacia la dependencia del humo.
No confundas presencia con competencia
Ser visible en redes no equivale a saber. Lo veo a diario: perfiles que ayer hablaban de crypto y hoy de prompt engineering, con la misma falta de profundidad. No se trata de tener una IA a mano, se trata de saber cómo pensar con ella, cuándo usarla, y para qué fin. Porque la herramienta no es el poder: el poder sigue siendo el criterio humano. Y si no lo cultivamos, lo que hacemos no es innovar, es repetir errores a mayor escala.
Los verdaderos expertos no venden milagros, diseñan realidades
Un SuperHumano no es alguien que lo sabe todo, sino quien entiende su límite y colabora con la máquina para superarlo. La verdadera colaboración humano-IA no se basa en automatizarlo todo, sino en discernir con ética y propósito. Esa es la diferencia entre quienes usan la IA para construir futuro, y quienes la usan como atajo para inflar su ego.
El conocimiento profundo es silencioso, pero contundente
He dedicado años a investigar la frontera entre lo humano y lo artificial. Y si algo me queda claro, es que la inteligencia artificial no reemplaza a nadie que tenga pensamiento crítico, sentido ético y conciencia de proceso. Lo que sí hace es dejar atrás a quienes se niegan a evolucionar, atrapados en su propio personaje digital. En este escenario, la voz que vale no es la más fuerte, es la más preparada.