Foto recogida: Dailymail.co.uk
«Me dijeron que no iba a sobrevivir… y ahora lo hago todo»
Desde mi perspectiva como tecnólogo humanista, siempre he defendido que la tecnología debe ser una extensión de nuestros valores y no una herramienta que nos deshumanice. La historia de Tilly Lockey es un testimonio vivo de cómo la tecnología, cuando se alinea con los valores humanos, puede transformar vidas.
A los 15 meses, Tilly contrajo una meningitis meningocócica que derivó en septicemia, lo que llevó a la amputación de ambas manos y parte de sus brazos. Contra todo pronóstico, sobrevivió y, desde entonces, ha transformado su experiencia en una plataforma para la concienciación y el cambio.
Gracias a la colaboración con la empresa Open Bionics, Tilly recibió prótesis biónicas de última generación, conocidas como HeroArm, que le han permitido recuperar funciones motoras y ganar independencia. Estas prótesis, inspiradas en personajes como Alita de Alita: Ángel de combate, no solo son funcionales sino también estéticamente empoderadoras.
«Estas prótesis me hacen la vida más fácil»
— Tilly Lockey, 20minutosExpansión
Con más de 70.000 seguidores en Instagram (tilly.lockey) y 25.000 suscriptores en YouTube, Tilly utiliza sus plataformas para compartir su vida, promover la inclusión y abogar por el acceso a tecnologías asistivas. Además, participa activamente en conferencias y eventos, donde comparte su historia y motiva a otros, en la integración de tecnología y humanidad: la visión tecnohumanista.
El caso de Tilly Lockey se alinea con muchas de las ideas que desarrollo en Superhumanos. Desde mi enfoque como tecnólogo humanista, defiendo una integración ética y consciente de la tecnología en la vida humana. No se trata de tecnofilia ni de tecnofobia, sino de responsabilidad: la tecnología debe ser una extensión de nuestros valores y no una herramienta que nos deshumanice.
Lo he dicho muchas veces: la tecnología es un espejo de lo que somos, refleja exactamente lo que le pedimos. Y lo que le pedimos depende de quiénes somos como sociedad, como individuos y como cultura. Si pedimos velocidad, nos dará inmediatez. Si pedimos control, nos ofrecerá vigilancia. Pero si lo que pedimos es capacidad, equidad, autonomía… también puede entregarnos eso.
En el manifiesto tecnohumanista que elaboré en el marco del proyecto IANética, propongo principios para que la tecnología se utilice en favor de las personas. Allí defiendo que el diseño de tecnologías emergentes —desde la inteligencia artificial hasta las interfaces cerebro-máquina— debe estar regido por la empatía, la justicia y el respeto por la dignidad humana. Porque no basta con avanzar; hay que avanzar bien.
El tecnohumanismo plantea que estamos en un punto de inflexión: podemos usar la tecnología no solo para automatizar tareas, sino para amplificar nuestras capacidades cognitivas, creativas y emocionales. No para reemplazarnos, sino para expandir lo mejor de lo que somos. Esa es, precisamente, la dimensión que más me interesa explorar: la posibilidad de evolucionar hacia una nueva versión del ser humano, más conectado, más consciente y más libre.
La historia de Tilly Lockey confirma esa posibilidad. Ella no solo ha integrado en su cuerpo una tecnología avanzada; ha redefinido su autonomía. Su caso demuestra que, cuando el diseño tecnológico está bien dirigido, puede empoderar. Puede acompañar. Puede abrir puertas. Y ese es el tipo de futuro que quiero ayudar a construir.
Porque en el fondo, lo que defiendo no es el progreso por el progreso. Lo que defiendo es una tecnología con alma. Una tecnología que no sustituya, sino que eleve.
Y para eso, necesitamos responsabilidad. Necesitamos pensamiento crítico. Y necesitamos, sobre todo, no perder de vista que la persona siempre debe estar en el centro.
«En los momentos más duros pienso que todo pasará y en la vida sana y feliz que viene después. Aunque no parezca que hay luz al final del túnel, me fijo en los pequeños destellos que hay en la oscuridad y centro toda mi energía en esas chispitas»
— Tilly Lockey, ABC
Tilly_Lockey_Kruger-Crown-_PULSO-DEL-FUTURO-_PEDRO-MUJICA

Foto recogida: krugercowne.com

Este enfoque refleja la necesidad de una colaboración continua entre la tecnología y las humanidades, asegurando que los avances tecnológicos se alineen con los valores humanos y contribuyan al bienestar colectivo.

«No se trata de evitar la tecnología, sino de aprender a usarla para expandir lo mejor de nosotros mismos.»
Tecnohumanismo

¿Qué tecnología hay detrás de los brazos biónicos de Tilly Lockey?

Un vistazo técnico al Hero Arm de Open Bionics
Los brazos biónicos que utiliza Tilly Lockey, conocidos como Hero Arm, son una muestra clara de cómo la neurotecnología aplicada puede integrarse al cuerpo humano de forma ética, funcional y emocionalmente poderosa. Desarrollados por la startup británica Open Bionics, estos dispositivos representan un cambio de paradigma en las tecnologías asistivas, haciendo posible una prótesis biónica personalizada, accesible y operativa.
Estos son los elementos clave que dan vida al Hero Arm:
  1. Sensores EMG (Electromiografía de superficie): capturan las señales musculares residuales del usuario para activar movimientos en la mano protésica, permitiendo controlar agarres, aperturas y cierres de forma intuitiva.
  2. Microprocesadores ARM Cortex-M: procesan las señales musculares en tiempo real y ejecutan algoritmos de control precisos.
  3. Motores lineales sin escobillas: se encargan de los movimientos digitales. Son potentes, silenciosos y de bajo consumo.
  4. Diseño impreso en 3D: fabricado con nylon PA12 mediante tecnología SLS (Selective Laser Sintering), lo que garantiza ligereza, resistencia y personalización estética.
  5. Batería de polímero de litio (Li-Po): con autonomía de hasta 12 horas, recargable por USB-C.
  6. Cubiertas intercambiables magnéticas: permiten adaptar el diseño externo al gusto del usuario, fomentando la identidad y la autoexpresión.
El Hero Arm es, por tanto, una síntesis entre ingeniería biomédica, electrónica de precisión y diseño inclusivo. Lo que antes era una extensión fría y mecánica del cuerpo, hoy es una herramienta de autonomía, autoestima y expresión.
Foto recogida: womanthology.co.uk
«La tecnología no debe utilizarse para suplantar al ser humano, sino para amplificar su dignidad cuando la vida lo exige. Casos como el de Tilly Lockey nos recuerdan que no se trata de añadir tecnología por capricho, sino de aplicarla con conciencia, propósito y ética. Ella no buscó ser biónica; la vida la empujó a ello. Y, en lugar de resignarse, ha convertido sus brazos tecnológicos en herramientas de autonomía, identidad y poder. Eso es lo que defiendo cuando hablo de tecnohumanismo: una tecnología al servicio de la persona, no una persona subordinada a la tecnología.»
Libro: Superhumanos; (HumanIA)

Como ven en esta historia: No se trata de futurismo vacío. Se trata de humanidad aumentada. De cómo la tecnología bien diseñada, accesible y ética puede transformar vidas, no desde el mercado del deseo, sino desde la necesidad real.

Tilly representa el primer tipo de superhumanos que abordamos en la Trilogía del Cambio: aquellos que gracias a la tecnología recuperan capacidades perdidas.

Pero también nos abre la puerta a la gran conversación que se viene: ¿cómo queremos integrar lo biónico, lo digital y lo cognitivo en nuestra evolución como especie?